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Efectos del confinamiento en los niños

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Imagen obtenida de: google imagenes

En el plano emocional, el confinamiento puede producir estrés causado por un cambio tan fuerte en su entorno,  durante el encierro, “es posible que se den alteraciones de sueño, episodios de rebeldía, rabietas, cambios de humor y peleas entre hermanos”, pone de relieve Silvia Álava, hay que detectar estas conductas para acogerlas, darle un espacio y ayudar a metabolizarlas.

“El hecho de no poder estar en contacto con sus iguales, ni con sus profesores, que en esta edad son figuras de referencia importante; de no poder salir al parque a correr y a jugar; sumado a no entender qué pasa, al miedo, y a las condiciones que vean en casa, con padres que pueden haber perdido su trabajo o con abuelos enfermos, les genera ansiedad, frustración, estrés, que no saben elaborar porque no tienen aún las herramientas emocionales necesarias para ello”, considera Lluís Díaz, psicólogo sanitario del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil de Gracia (CSMIJ) gestionado por la Fundación Eulàlia Torras de Beà.

Los niños dependen en mayor grado del entorno para regular sus emociones y conductas. En situación de confinamiento se pondrán más de manifiesto las dificultades de regulación emocional y conductual. Por eso hace falta que el adulto pueda tener espacios de auto cura para poder facilitar esta regulación. Así como permitirse momentos de desfallecimiento y que el niño pueda observar como “me puedo sentir triste, es natural, le doy un espacio y sigo adelante”.

Dar espacio a la creatividad, compartir espacios de juego y observar cómo lo resuelven les empodera, les genera autonomía y mejora su autoestima. Ponemos en valor las pequeñas cosas, y nos podemos llegar a sorprender de lo que ellos nos pueden enseñar.

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